Trastorno de Sonidos del Habla

Dislalia es un término acuñado por el Colegio de Logopedas de Europa y que se mantuvo en boga hasta la década de los 70´s que hacía referencia a alteraciones en la producción de los sonidos, desde una perspectiva de la articulación de los mismos.

Aunque el término sigue usándose en nuestros días en los países de habla hispana para describir alteraciones en la articulación, los especialistas hoy por hoy hablan de Trastorno de Sonidos del Habla (TSH) (Speach Sounds Disorders SSD en la literatura inglesa). Esta nueva nomenclatura lo reconoce como una “alteración en la producción articulatoria de los sonidos (fonética) y/o en el uso funcional de los fonemas de un idioma (fonología) que afecta la inteligibilidad del habla en diferentes grados y puede ser diagnosticado en las distintas etapas de la vida”. Es decir no sólo abarca los aspectos de pronunciación de los fonemas, sino la representación y el uso que se les da a los mismos.

Cuando los niños empiezan a decir sus primeras palabras es normal que no articulen adecuadamente todos los fonemas, la conocida “lengua de trapo”. Sin embargo, alrededor de los 3-4 años, su aparato fonador debería estar suficientemente maduro para pronunciar correctamente en su lengua materna.

En el período comprendido entre los cuatro a los seis años de edad el niño debería culminar la adquisición del repertorio fonético y fonológico y ser capaz de realizar correctamente producciones de palabras simples incrementando además el uso de las más complejas.

Actualmente no hay un consenso sobre la prevalencia, ya que los investigadores han encontrado porcentajes muy disímiles. Pero lo que se ha descubierto es que es más habitual en los niños que en las niñas, así como también suele ser más habitual en condiciones socioeconómicas desfavorecidas.

Síntomas

Pueden ser de carácter fonético y/o fonológico.

Alteraciones Fonéticas:

Incapacidad para articular adecuadamente los sonidos (fonemas) esperados a una determinada edad. Es así como el individuo no puede articularlos ni de forma aislada, ni en sílabas y palabras. Los errores entonces son distorsiones, sustituciones u omisiones de fonemas.

Alteraciones Fonológicas:

En este caso el sujeto logra pronunciar los fonemas de manera aislada o en sílabas, pero no los tiene generalizados, no los usa correctamente en una conversación espontánea. Por ejemplo puede pronunciar <S> y decir <SA> o incluso decir correctamente <Sandía>, pero en una conversación espontánea dice <zandía>.

Los errores son procesos de simplificación fonológica y uso inadecuado de la fonotaxis.

Alteraciones fonéticas-fonológicas:

Coexisten los dos tipos de errores anteriormente descritos.

Causas

No hablamos de una única causa, se trata más bien de una alteración multifactorial. Cada caso es distinto y debe ser bien valorado por un especialista.

Entre las causas conocidas encontramos alteraciones morfológicas, neuromotoras, auditivas y/o cognitivo –lingüísticas.

En los últimos años los investigadores arrojan datos sobre particularidades genéticas vinculadas al procesamiento lingüístico y/ control motor del habla y/o otitis recurrentes.

Para poder producir correctamente los sonidos, debemos ser capaces de integrar óptimamente los estímulos auditivos que permitirán discriminar los fonemas. No podemos pronunciar lo que no escuchamos en el caso de los fonemas, es más preciso decir lo que no discriminamos. Muchos niños con otitis de repetición los primeros años de vida, se pierden de gran cantidad de información auditiva justamente en la etapa en que el lenguaje se está desarrollando.

Puesto que el habla es un proceso muy complejo y no un simple acto motor, actualmente las funciones orales (succión, masticación y succión) no se relacionan directamente con sus alteraciones ni justifican el uso de la praxias no verbales. No obstante, se reconocen como prerrequisitos para que favorecer la madurez neuromuscular y la armonía morfológica orofacial.
 
 
Prevención

Las investigaciones contemporáneas destacan que la variable más importante en la adquisición y desarrollo del habla es el estímulo auditivo. En todas las etapas anteriores a la aparición del lenguaje conviene hablar al niño, cantarle, “explicarle cosas” mirándole directamente a los ojos. Hoy en día como padres tenemos muchos distractores y creemos erróneamente que los bebés “no se enteran” y realmente para ellos somos una invaluable fuente de estímulo e información. De la misma manera muchos niños pequeños pasan mucho tiempo ante diferentes pantallas que aunque produzcan sonidos e incluso voces, no les ofrecen la variedad de estímulos auditivos, visuales y emocionales que el niño recibe de un interlocutor que le mire directamente mientras le habla. Esta interacción adulto-niño es un impulsor fundamental en su desarrollo ya que a través de esta el niño va percibiendo las particularidades del habla e intentando reproducirlas progresivamente.

Unos hábitos alimenticios bien instalados favorecen el óptimo desarrollo de su aparato fonador. La fuerza de succión que el pecho exige al bebé no la reemplaza ningún biberón. Este momento además debe ser utilizado para establecer contacto visual y comunicarse con el bebé, como mencionamos anteriormente. La introducción de los alimentos sólidos también es fundamental. Hay casos de niños que se alimentan de purés y leche hasta edades avanzadas perdiendo la oportunidad de estimular los músculos de la cara y boca.

Así mismo, la evolución dependerá de cada caso. Pero con una adecuada intervención, siempre hay mejoría.
 
Pautas para ayudar desde casa

Lo primero es consultar con especialista. Muchas veces dejamos pasar el tiempo creyendo que se solucionará por si solo y perdemos un tiempo valioso. La adecuada valoración es fundamental para determinar el tipo de la dificultad que presenta el niño y desde ahí, orientar la intervención.

Recordar en todo momento que los adultos que rodeamos al niño somos fuente de estímulo e impulsadores de su desarrollo. Por lo tanto debemos modelar la correcta articulación y gramática (sin corregir, sólo repitiendo adecuadamente) y no caer en pronunciar o hablar como el niño.

Participar con ellos en la lectura de cuentos, libros de imágenes, dibujos, juegos, todas las actividades que favorezcan la expresión oral, creando además un espacio de seguridad y confianza para el niño.

Desde el punto de vista psicológico, no insistir en estas dificultades, ni por supuesto reírnos de las mismas, ni llamarles “bebés”. En todo momento debemos cuidar su autoestima y autoafimación. En el caso de que otras personas lo hayan hecho y el niño nos exprese su malestar, le apoyaremos y explicaremos que con la ayuda adecuada podrá sortear las dificultades pero sobretodo que éstas no definen su identidad.

Fuente: Susanibar F; Dioses A; Marchesan I, Guzmám M, Leal G., Guitar B, Junqueira Bohen. Trastornos de los Sonidos del Habla. De los fundamentos a la evaluación. Madrid. EOS, 2016




- Por Mª Cecilia Machicado




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