Los adolescentes beben alcohol y se emborrachan... pero mi hijo no es uno de ellos


Según la "Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España" (ESTUDES) de 2016, más del 75% de los jóvenes consume alcohol. A pesar de que su consumo se ha reducido discretamente desde el inicio de la década, el alcohol es la droga más consumida entre los adolescentes entre 14 y 18 años, con una edad media de inicio en su consumo en torno a los 14 años (ESTUDES 2016/2017). 


Estos números aúnan tanto el uso/consumo de alcohol como un uso más intensivo. No es difícil imaginar jóvenes bebiendo sin control o con el ánimo de emborracharse, e incluso podríamos acercarnos los fines de semana a lugares en los que sabemos que ésa es la imagen que nos vamos a encontrar. Recientemente, se ha pasado de hablar sólo de borracheras a introducir un nuevo término para definir aquellos casos en los que se bebe ocasionalmente pero se hace en grandes cantidades. El Plan Nacional Sobre Drogas considera binge drinking el consumo de 4 o más bebidas alcohólicas en un intervalo de dos horas, y resulta preocupante que esta práctica está aumentando en nuestro país.


Teniendo en cuenta que en estas edades el cerebro todavía se está desarrollando y que los jóvenes están en una etapa marcada por la impulsividad, necesidad de exploración y búsqueda de nuevas experiencias, entre otros, estos datos muestran la importancia de tratar el tema del alcohol en diferentes ámbitos, siendo uno de ellos el hogar. Pero a veces nos cuesta profundizar en aspectos que sabemos son importantes y que nuestros hijos se esfuerzan en evitar, ya sea poniendo caras de aburrimiento, diciendo "Ya lo sé" o dándonos lecciones ellos mismos. En estos casos, a veces nos podemos confiar y dejar que la educación recaiga en los centros escolares. Al fin y al cabo, ¿no hay programas educativos de prevención? ¿Y no es un mal conocido el del alcohol? En casa lo hemos dejado bien claro siempre...

Existen más datos preocupantes, y es que en esta encuesta no sólo se encontró que los adolescentes perciben el alcohol como la sustancia tóxica menos peligrosa, sino que el 48,3% de los padres permitían el consumo de alcohol a sus hijos (por encima de la permisividad paterna con el tabaco). Y aquí se junta un doble problema: que el consumo de alcohol en nuestro país está visto como algo normal e incluso saludable si se hace con moderación, y que muchas veces nos va a costar creer que nuestro hijo está entre "esos adolescentes" que hacen... (y aquí se pueden colocar diferentes verbos de acción) equis.

Así pues, es posible que un día os encontréis con la sorpresa de que vuestro hijo/a está borracho. O quizás no, pero las estadísticas apoyan que algunos de vosotros lo haréis. En una ocasión nos llegó un caso a la consulta en el que unos padres no imaginaban que su hijx bebiera y al recibir una llamada un viernes por la tarde descubrieron que su hijx había sufrido un coma etílico. Confusión y preocupación. 


Ante situaciones de este tipo es importante tener claro que tanto los padres como los hijos/as lo estaréis pasando mal. Vuestro hijo/a ha sufrido una experiencia traumática y estará asustado. Tratar de hablar con él/ella y permitirle expresar cómo se siente en ese momento es vital para averiguar qué le ha llevado a beber de esa manera y evitar que se repita en el futuro. En esos momentos es importante acercarse a ellos desde el cariño y mostrarles la preocupación que ha causado en vosotros para trabajar, de manera efectiva, las consecuencias de beber alcohol sin control a tan corta edad. Esta postura va a ser mucho más constructiva y efectiva que el clásico argumento de "beber es malo". 

Es especialmente importante hablar sobre el consumo y los efectos del alcohol de manera clara, sin mensajes contradictorios, teniendo en cuenta que es la droga más aceptada socialmente y que es frecuente encontrarla en el propio hogar, aunque sea mediante una inofensiva cerveza o una copita de vino. No hay que olvidar la influencia del entorno familiar en el establecimiento de hábitos saludables o nocivos de nuestros hijos, incluidos el consumo o abuso de drogas (entre ellos el alcohol), ya desde pequeños.


En conclusión, tanto si nuestro hijo ya está en edad de beber o todavía es más pequeño, es importante crear un espacio cercano en el que se pueda escuchar al adolescente y fomentar la comunicación, además de educar de manera realista sobre el consumo de alcohol y favorecer un ocio alternativo.

- Por Cristina García Navarro







Fuente: http://www.pnsd.mscbs.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/sistemaInformacion/encuestas_ESTUDES.htm






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