Reflexiones sobre la Operación bikini


Parece que el calor ya ha llegado para quedarse y muchos de nosotros ya estamos inmersos en la operación bikini.  Ese intento de quitarnos en pocas semanas los excesos acumulados en los meses de invierno.  Y es que cuidarnos y sentirnos saludables y atractivos nos sienta bien.  No obstante quisiera poner el foco en las pequeñas personitas que tenemos en casa observando y escuchando tooodo.

Los padres solemos tener la sensación de que los niños no nos escuchan.  Siempre nos quejamos de tenerles que repetir las cosas 20 veces porque ellos parecen abstraídos en sus juegos y ahora en sus pantallas y no nos hacen caso.   Sin embargo, ellos siempre están atentos a lo que decimos y aún más a lo que hacemos (otra cosa es que no quieran recoger, lavarse los dientes, irse a dormir, etc).  Mucho se ha hablado de que los niños aprenden sobretodo por imitación, y es que nosotros como padres o adultos cercanos a ellos (profes, tíos, abuelos) estamos modelando los comportamientos que ellos consideran adecuados y seguramente intentaran repetir.  



De esta manera, cuando constantemente nos estamos quejando de nuestro peso y nuestro cuerpo, cuando criticamos a las demás personas de acuerdo con su talla, cuando hablamos de la comida en términos de “tentación o “pecado”, ellos están recibiendo un mensaje claro:  Tener sobrepeso es malo y me hace despreciar mi cuerpo, comer en exceso está mal por lo tanto merece ser castigado, las personas con sobrepeso no merecen respeto. 

Con frecuencia culpamos a la publicidad del ideal de belleza que nos vende y es cierto.  Por todos lados estamos bombardeados de mensajes, por eso mismo, tratemos de hacer de nuestro hogar un espacio de diálogo y especialmente de aceptación. Procuremos compartir al menos una comida al día todos sentados en la mesa y olvidemos en esos momentos el estrés o los problemas del día a día para que sea un momento agradable en familia; hablemos con respeto de las demás personas sin criticar a nadie por sus características físicas; cuando estemos frente al espejo, en lugar de lanzarnos esa mirada de juicio,  aprendamos a agradecer tener un cuerpo y poder andar, abrazar, jugar y disfrutar de él.


Con esto no quiero decir que no cuidemos nuestra salud y nuestra alimentación, todo lo contrario.  Reconciliémonos con nuestro cuerpo, valoremos las capacidades que tenemos y  cuidémoslas.  Llevar una vida activa, comer de manera balanceada y mantener unos buenos hábitos debería ser una constante, no un esfuerzo desesperado de entrar en la ropa del año anterior o lucir un bikini en la playa.  De esta forma también les estaremos enseñando a los niños a amarse a sí mismos, a valorar y respetar su cuerpo durmiendo las horas necesarias, proporcionándole alimentos de calidad, ejercitándolo para mantenerlo activo y saludable.

- Por Mª Cecilia Machicado

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