Cuando mi hijo no quiere comer

Si hay algo que preocupa a todos los padres es que sus hijos coman, lo cual no resulta extraño ya que es una necesidad vital que hemos de cubrir. Pero muchas veces nos preocupamos en exceso sin saber cuánta cantidad necesitan comer realmente, preferimos atiborrarles a cosas insanas antes de que no coman nada, o acabamos creando relaciones negativas de nuestros hijos con la comida, además de con nosotros. ¿Está justificado todo esto por la necesidad real de que nuestros hijos coman? 

En el post de hoy os voy a hablar de algunos errores que se suelen cometer con la alimentación, y algunos aspectos importantes a tener cuenta.


Errores típicos que cometemos:

- Obligar a acabar todo lo que hay en el plato, sin saber si la ración que hemos puesto en realidad es adecuada. Nuestro organismo tiene mecanismos eficientes de saciedad y es bueno escucharlos en lugar de atrofiarlos. ¿Sabíais que en España cerca del 40% de los pequeños tiene sobrepeso u obesidad?

- Pretender que cada comida sea "de restaurante". Sin mancharse, cogiendo el tenedor correctamente, no derramando una gota de agua... La comida no sólo es un acto que cubre una necesidad vital, sino que puede convertirse en momentos de disfrute ya no solamente por la comida sino por el momento compartido. Ojo, ¡no se trata de convertir las comidas en batallas campales!

- Permitir el picoteo constante entre horas (no es equivalente a la merienda, por ejemplo, cuando pasa un tiempo entre esta ingesta y la anterior o la siguiente -comida o cena-). Obviamente, si ha estado comiendo hace poco llegará a la hora de la cena sin hambre.

- Incentivar que coma algo a cambio de otra cosa. Ej.: Si comes el plato de verdura luego te daré un helado. No hay mejor manera de conseguir que vea una comida como algo indigno de que le pueda gustar.

- Pretender que coma de todo cuando nosotros no lo hacemos o mostramos disgusto ante ciertos platos. Ej.: Que uno de los padres se queje porque "hoy toca comer menestra".

- Asumir que cuando dicen que no les gusta algo que no han probado es inamovible y no merece la pena ofrecérselo de nuevo. Al menos cuando son pequeños y están formando sus hábitos alimenticios, lo ideal es ofrecer repetidamente un alimento pero permitir que no lo coma si no lo quiere. Si está en la mesa para todos y es una opción válida al cabo de varias presentaciones lo suelen acabar comiendo. Luego ya le gustará o no, pero esto en muchos casos dependerá de etapas.

- Insistir en presentar ciertos alimentos como "sanísimos". Ej. ¿Has visto que plato más rico y sano? Lo que no se puede comer suele resultar más atractivo que lo que se debe comer.

- Distraerle con la televisión, el avión o cualquier otro método para que coma sin darse cuenta. Haciendo esto vamos en contra de la autonomía que queremos lograr en el niño, y de que sea responsable y consciente de su apetito y de la ingesta, algo muy valioso para que adquiera hábitos sanos y duraderos.

- Forzarle a comer. Diría que esto ya no se usa mucho, pero antes no era infrecuente recurrir a tapar la nariz, por ejemplo, para que abriera la boca y así poder meter la cuchara. Qué decir en este punto acerca de la relación negativa con la comida (y con nosotros) que estamos estableciendo...


Es complicado resumir en tan poquito toda la información que se podría dar a este respecto, pero sí creo importante destacar algunos puntos:

+ Reglas de oro

- Tener en cuenta la fase evolutiva del niño y sus necesidades físicas: No es lo mismo un bebé en su primer año de vida, que crece a una velocidad vertiginosa y necesita muchas calorías, que un bebé a partir del año, a pesar de ser mayor. Hay que valorar la etapa evolutiva, si hay picos de crecimiento, el ejercicio físico que realiza... Y desde el inicio, escuchar a nuestro bebé y permitir que pare cuando no quiera más. Saben mejor ellos que nosotros cuándo tienen hambre y cuándo no, y es importante tener en cuenta que enseñarles a comer cuando no tienen hambre es un hábito muy poco saludable. Esto está relacionado con la práctica habitual de enseñarles a comer viendo la tele porque así se abstraen y comen lo que les pongas: sin saborear, sin enterarse y, en definitiva, sin ser conscientes del proceso.

- No usar la comida como premios y/o castigos. Las recompensas externas reducen la motivación intrínseca, y esto en el tema de la comida se traduce en que si te dan un incentivo para comer una cosa como prerequisito de otra acaba haciendo menos deseable la primera. "Si no te acabas las verduras no hay chocolate"; Mejor no usar este tipo de estrategias, y si lo haces, que sea en términos generales: Para comer el postre hay que comer primero el plato anterior que ya está en la mesa.

- No hacer de la comida una tortura diaria. Nos pone de mal humor y afecta a nuestra relación entre padres-hijos, crea una predisposición negativa hacia las comidas y es la simiente de una relación complicada entre el niño y el acto de comer.

- Crear un espacio compartido de diálogo y afecto en las horas de la comida. Esta medida siempre redunda en beneficio de toda la familia, no sólo en el comer ;)


- Por Cristina García Navarro





Comentarios