¡Qué guapa eres!


El pasado mes de junio, la revista Ser Padres publicó un reportaje elaborado a partir de una entrevista realizada a Andrea Martínez, del equipo de PsicoNueve:


El nombre del tema ya suscita problemas… ¿Decimos más a las niñas que a los niños eso de “qué guapa eres”? ¿Por qué?

En general nos resulta fácil referirnos al aspecto físico en las conversaciones con otras personas y más en el caso de los pequeños, ya que con ellos nos sentimos con más libertad para emitir comentarios sin darles importancia, de manera bienintencionada. El problema viene dado precisamente por la frecuencia con la que las niñas se encuentran este tipo de comentarios, ya que en los chicos solemos resaltar un espectro más amplio de características en lugar de centrarnos tanto en su aspecto.

A nivel social es evidente la importancia que damos al aspecto físico, y muchas veces las personas adultas podemos inconscientemente transmitir a las pequeñas el valor excesivo que le damos a la belleza. Sin darnos cuenta, frecuentemente sentimos una necesidad de agradar a los demás por medio de lo externo; reforzar expresiones como ese “qué guapa eres” pueden contribuir a que las más pequeñas adopten también esta preocupación. Esto, sumado a que las niñas están muy expuestas aún a estereotipos en su día a día (cuentos, personajes femeninos en los que se resalta la belleza, juguetes de maquillaje, etc.) puede hacer que lo estético tome un peso excesivo a sus ojos.

                     

Este tipo de comentarios, que parten sin duda del deseo de agradar, ¿hasta qué punto pueden dañar la percepción de las niñas en cuanto al hecho de que la belleza exterior es uno de sus principales valores?

Con frecuencia se cae en el error de catalogar las conductas o las características de las personas como “de niñas” o “de niños”, condicionando su visión del mundo desde muy pequeñitos (ya desde el nacimiento, por ejemplo, se le ponen pendientes a la mayoría de las niñas). Además de imponer roles de género rígidos, lo que se consigue con esto es dar una importancia excesiva en la vida de las niñas a algo tan superficial como es el aspecto físico.

Esta perspectiva superficial e incluso cosificadora podría convertirse en un factor de vulnerabilidad en la adolescencia e incluso antes, cuando pueden mostrarse indicios de baja autoestima, trastornos de la conducta alimentaria o problemas emocionales enmascarados por la excesiva atención al físico.

                     

Como es del todo inevitable que este tipo de comentarios se hagan… ¿A partir de qué edad sería conveniente dejar de incidir en este tipo de calificativos? ¿4 o 5 años?

Los bebés van entendiendo lo que se les dice antes de aprender a hablar. Es por ello muy importante que desde que son muy pequeñas reconozcamos todas sus cualidades y aptitudes más allá de las físicas; así se verán reforzadas y más seguras de sí mismas. No obstante, es en efecto inevitable que se vean expuestas a esta clase de comentarios; aunque no debería ser perjudicial decirle a una niña “qué guapa eres”, por desgracia es el mensaje que suele predominar por encima de otros más enriquecedores para su valía. Por eso es importante que no validemos siempre estos comentarios al oírlos sino que seamos capaces de hacerles saber que las personas no se juzgan en base a su apariencia. De esta manera les inculcaremos a nuestras hijas una actitud respetuosa hacia sí mismas y hacia el resto de las personas. Y no es menos relevante que se lo expliquemos también a los chicos, puesto que es necesario que ellos también aprendan a no reproducir estos calificativos.

Para ejemplificar esto es muy necesario que las personas adultas revisemos la importancia que damos al concepto de belleza, ya que como progenitores somos su principal figura de referencia.

                     

¿Qué cuatro o cinco puntos podríamos decir que son los esenciales para fomentar la autoestima de nuestros hijos sin atender a sus aptitudes físicas?

Es importante validar la expresión de sus inquietudes y emociones; en ocasiones tendemos a censurarlos por considerar que puedan ser “inapropiados” o porque nos incomoden, pero si les animamos a expresarse desde la empatía y el respeto les ayudaremos a desarrollarse emocionalmente de manera equilibrada.

Tendemos a asociar la autoestima con los logros y el buen rendimiento (notas, competiciones deportivas, etc.). No obstante, lo que más la fomenta no es tanto el hecho de que consigan “hacer bien las cosas” como el que sientan que se les valora. Para ello es necesario que apreciemos su manera de ser, más allá de fijarnos sólo en lo que hacen “mejor” o “peor”.

La escucha es fundamental; es sorprendente lo que podemos aprender de las niñas y los niños al escuchar lo que les interesa y preocupa. Reservar un espacio para permitirles compartir sus ideas es fundamental para que encuentren sus propias cualidades y sientan que se les valora. Además, puede ser una actividad muy interesante para que los propios progenitores distingamos entre la forma de ser genuina de nuestras hijas e hijos y nuestras propias ideas o deseos que aspiramos a que reproduzcan.

Por último, aunque no siempre es fácil, debemos aceptar que no se cumplan nuestras expectativas en muchas ocasiones. Dejar que elijan actividades distintas a las que escogeríamos para ellas o permitir que se desarrollen y expresen de maneras diferentes a la nuestra puede ser un pilar fundamental para que sepan que tienen nuestro apoyo incondicional.


- Por Andrea Martínez Fernández 




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