¿Cómo influiría en nuestra vida?
¿Cómo nos sentiríamos?
En general, la sociedad nos ha educado de cierta forma en la que tenemos que ser una persona que agrade, generosa y que ayude a los demás, de lo contrario, se nos puede etiquetar de ser un “egoísta” o “mala persona”. Esto puede generar miedo por el qué dirán los demás, haciéndonos sentir culpables si no complacemos las peticiones del otro. A largo plazo, si continuamos con este comportamiento, podremos sentir que nuestras necesidades no están siendo satisfechas, nuestros deseos y emociones están siendo reprimidos y por lo tanto, nos sentimos inseguros y con poco control sobre nuestra vida.
Actuando
de esta manera, al principio podemos sentir cierto alivio pero
realmente estamos evitando el conflicto, sin ponerle una solución y
sintiéndonos obligados a hacer algo que realmente no queremos.
La
explicación que seguimos dándonos es no hacer sentir mal al otro y
ganarnos su aprobación. Pero ¿hasta dónde estamos dispuestos a
llegar? Es lo que tenemos que preguntarnos y reflexionar sobre cómo
nos sentimos cuando le damos más valor al otro y nos dejamos a
nosotros mismos de lado.
Una
cosa es ayudar y servir a quien lo necesita y otra muy distinta es
que se aprovechen. Esto lo podemos ver si esa persona necesita
realmente nuestra ayuda o puede hacerlo por sí mismo. Recordad que
no estamos obligados a ceder siempre a lo que nos piden, lo hacemos
porque lo hemos decidido así. Es importante saber encontrar un
equilibrio, no ceder siempre ni siempre decir no.
El
NO es una palabra muy corta y una herramienta muy poderosa para tener
amor propio.
Nos
ayuda a establecer límites, tomar decisiones, respetar nuestras
necesidades, expresar nuestros deseos y opiniones, nos ayuda a tener
más seguridad y por tanto a tener una autoestima más fuerte. Algo
muy importante que también conseguimos es aprender a valorar las
cosas que tenemos en nuestro entorno.
Muchas
veces los padres piensan que por no decir que no a sus hijos les
están ayudando y es al contrario. El "no" les ayuda a tolerar su
frustración, a valorar lo que sus padres les dan ya sea material o
no, a tener y a poner unos límites, y sobre todo a expresar sus
deseos y necesidades.
Que
digamos que no, no es dejar de querer a la otra persona o que no le
tengamos en cuenta, en ese momento lo que queremos decir es “YO soy
la prioridad, y mi prioridad no es ayudarte en este momento”.
Todo
tiene su parte positiva, el no también nos guía en nuestro proceso
de descubrirnos, conocernos y relacionarnos con los demás. Cuando
sabemos cuáles son nuestras necesidades y deseos y las respetamos,
invitamos al otro a que haga lo mismo.
A
veces se nos olvida que tenemos derecho a decir no ante una petición
o demanda, simplemente porque no queremos, y no es necesario seguir
dando explicaciones.
Expresar
nuestros deseos y opiniones de forma adecuada, siendo directos,
claros, honestos y respetando al otro. Es la clave para ser
auténticos con nosotros y con los demás.
“Cuando
me digo Sí a mí mismo estoy diciendo sí estoy respetando lo que yo
necesito, lo que es importante para mí, lo que yo siento y lo que
yo valoro”.
Comentarios
Publicar un comentario