El sesgo de la superviviente: la maternidad y el (otro) trabajo

Con mucha frecuencia nos encontramos en revistas, páginas de noticias y redes sociales con fotografías y reportajes de mujeres famosas que aparecen triunfantes inmediatamente después de su maternidad: actrices, cantantes, políticas e incluso miembros de la realeza se muestran guapas, delgadas, luciendo tacones incluso y listas para reemprender a sus proyectos profesionales al igual que siempre. No obstante, algunas pocas como la actriz Keira Knightley, la periodista Samanta Villar o la mismísima Beyoncé han cambiado de tercio y se han aventurado a admitir en público que no es oro todo lo que reluce. Pero ¿por qué nos encontramos cada vez con más testimonios de mujeres que no sabían que el embarazo y la maternidad podían ser tan difíciles? ¿Y por qué se sigue criticando a aquellas que se atreven a quejarse de ello? Una posible respuesta está en lo que en Psicología se conoce como el sesgo del superviviente.

¿Qué es el sesgo del superviviente?

El sesgo del superviviente es un error lógico por el cual sólo prestamos atención a un número reducido de casos que han superado las suficientes barreras como para hacerse más visibles; esto es, que al ser sólo los ejemplos del éxito los que resultan llamativos, ignoramos a todas aquellas personas que no lo han logrado de la misma manera. Centrarse sólo en los casos exitosos propicia la aparición de mensajes del tipo “querer es poder” que, aunque a veces pueden resultar positivos para animarnos a perseverar, no siempre tienen en cuenta que hay muchos factores que influyen en nuestras vidas y no están bajo nuestro control. Esto, unido a que en medios y redes sociales sólo mostramos nuestra faceta más exitosa y tendemos a ocultar las dificultades, hace que muchas madres sucumban al complejo de la “supermujer”: haciendo malabares con el trabajo, los cuidados familiares, las tareas domésticas, el gimnasio, la vida de pareja… ¿es realista todo esto?

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La conciliación sigue siendo noticia: muchas madres ven resentida su carrera profesional cuando optan por la crianza con apego, mientras que otras se ven obligadas a dejar a sus bebés al cuidado de otras personas para evitar perder su trabajo. Aunque no existe una fórmula universal que satisfaga a todo el mundo, muchas mujeres sufren por tener que elegir entre ambas ocupaciones (ya que, a pesar de esta idealización de la maternidad de la que venimos hablando, los cuidados siguen sin valorarse de manera acorde a su importancia).

Hasta ahora, sólo unas pocas mujeres se han atrevido a expresarse acerca de los cambios negativos que han sufrido al convertirse en madres, y les ha salido caro: la opinión del resto de la sociedad puede ser muy dura respecto al tema de la maternidad precisamente por esta idealización a la que ha sido sometido, y muchas mujeres han sido cuestionadas y etiquetadas como “malas madres”. La disonancia que experimentan algunas mujeres por sentir emociones negativas ante algo que se considera que debería ser exclusivamente positivo e ideal puede llegar a provocar sentimientos de fracaso e inutilidad.


¿Cómo fomentar una perspectiva más equilibrada?

En primer lugar, hay que tener en cuenta otro elemento muy importante en Psicología: el locus de control. El locus de control es la tendencia según la cual atribuimos las causas de lo que ocurre a elementos que podemos controlar (interno) o a factores ajenos a nuestro poder (externo). Cuando tenemos un locus de control interno caemos en el riesgo de responsabilizarnos excesivamente de todo, mientras que si nuestro locus de control es externo podemos sentir una gran impotencia al pensar que no podemos cambiar nada en nuestra situación. Es muy importante tener en cuenta este fenómeno a la hora de evitar caer en el sesgo del superviviente, ya que si vemos a las personas exitosas de una manera equilibrada podremos encontrar datos que nos indiquen que sus condiciones externas han podido ser favorables y contribuir a que su esfuerzo prosperase. Así evitaremos el mito de la “mujer hecha a sí misma” y podremos mirar desde una perspectiva más realista.

Respecto a los mensajes del tipo “si quieres, puedes” es importante señalar que nuestro autodiálogo ha de ser positivo, resaltando nuestros puntos fuertes y valorando los acontecimientos positivos. Sin embargo, también hay que admitir las propias limitaciones, no fijarnos unas expectativas inalcanzables y pedir ayuda cuando sea necesario.

Además, la maternidad en particular es un terreno en el que muchas personas tienden a emitir opiniones o dar consejos no pedidos. En este caso es crucial tirar de asertividad para mantenernos firmes en nuestras decisiones y elegir a qué personas queremos tener cerca (y cuánto).

 
- Por Andrea Martínez Fernández

 

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